miércoles, 13 de marzo de 2013

San Pablo Extramuros


Hoy, en la liturgia antigua, se celebraba el día del gran escrutinio, es decir, era el día en el que se cerraba la lista de los catecúmenos que se decidían a recibir el Bautismo en la siguiente noche de Pascua. La iglesia estacional en Roma era la basílica de San Pablo Extramuros, debido a su gran capacidad capaz de albergar a una gran cantidad de fieles, y en honor del apóstol, que nos invita en sus cartas a reconciliarnos con Dios.


La Basílica, como su mismo nombre lo indica, se encuentra fuera del primitivo recinto de la ciudad de Roma, sobre la Vía Ostiense, a unos dos kilómetros del núcleo urbano, precisamente en el sitio donde fue sepultado san Pablo. Hay que pensar que el Apóstol, ejecutado en la misma persecución en la que pereció Pedro, hacia el año 67, sería sepultado en un sepulcro pobre, tal vez un sarcórfago, sobre el que se edificaría un edículo martirial, que sería objeto de culto cristiano hasta que Constantino, una vez establecida la paz con el Cristianismo, edificó una basílica, ampliada posteriormente en tiempos de los emperadores Teodosio, Graciano y Valentín II, a finales del siglo IV, cuyas dimensiones todavía hoy nos llenan de admiración.


En tiempos del papa san Gregorio Magno se produjeron importantes cambios en este lugar. Por una parte, se alteró la disposición de la basílica, elevando el nivel del pavimiento, para que el altar mayor quedara justo encina de la tumba, al modo de la Confesión de san Pedro. Del mismo modo, de aquella época, data la presencia de una comunidad de monjes benedictinos, refugiados en Roma después de la destrucción de Montecasino. Por eso, San Pablo Extramuros cuenta con un precioso claustro monástico, cuya actual estructura data del siglo XII.


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