miércoles, 7 de agosto de 2013

Las catacumbas de Roma

Santos Sixto II, papa, y compañeros, mártires. El papa san Sixto,  mientras celebraba los divinos misterios y enseñaba a los fieles los mandatos del Señor, al irrumpir los soldados para aplicar el edicto del emperador Valeriano fue detenido e, inmediatamente, decapitado el día seis de agosto. Con él sufrieron el martirio cuatro diáconos, que fueron enterrados con el papa en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, y en ese mismo día, también sus diáconos santos Agapito y Felicísimo murieron en el cementerio de Pretextato, en donde fueron sepultados (258).

Esta noticia del Martirologio para este día nos hace volver la mirada a la Catacumba de san Calixto, lugar no sólo de multitud de enterramiento de santos mártires, sino también del martirio de otros importantes santos, como el propio san Sixto, que hoy recordamos, cuyo nombre fue introducido en el Canon Romano.

El siguiente reportaje nos muestra cómo son las catacumbas. Sus afirmaciones no siempre son correctas, pero nos permiten hacernos una buena idea de cómo eran las catacumbas. De hecho, sin el elemento creyente cristiano, serían inexplicables. Es importante recalcar la idea de que los cristianos se negaron siempre a incinerar los cadáveres de sus difuntos, como era usual entre los romanos, en la creencia de que la resurrección de la carne exigía que el cadáver no fuese destruido. Por este motivo, se excavaron fuera de la ciudad estos cementerios subterráneos, que permitían la veneración de los mártires y la oración por los difuntos, a salvo de la animosidad de los paganos.





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