lunes, 30 de marzo de 2015

Jerusalén durante la Semana Santa según Eteria


Del estudio atento de los Evangelios, particularmente San Juan, se puede deducir fácilmente que ya en tiempos apostólicos se daba cierto énfasis al recuerdo de la última semana de la vida mortal de Jesucristo. La cena en Betania debe haber tenido lugar el sábado, "seis días antes de la Pascua" (Jn. 12, 1-2), y la entrada triunfal a Jerusalén partió de ese lugar la mañana siguiente.

Tenemos un registro bastante detallado de las palabras y acciones de Cristo desde ese evento hasta la Crucifixión. Mas no sabemos con certeza si esa percepción de la santidad de esos días es algo que viene desde el inicio o no, aunque ya existía con seguridad a fines del siglo IV en Jerusalén, pues la Peregrinación de Egeria contiene una descripción muy detallada de toda la semana, comenzando con el ritual en el "Lazarium" de Betania el sábado, durante el cual se leía la narración de la unción de los pies de Cristo.

Al día siguiente, que - en palabras de Egeria- "marcaba el inicio de la semana de Pascua, a la que aquí llaman "la Gran Semana", el archidiácono dirigía al pueblo un recordatorio especial: "Durante toda la semana, a partir de mañana, reunámonos en el Martyrium, o sea, en la iglesia grande, a la hora nona". La conmemoración de la entrada triunfal de Cristo a la ciudad tenía lugar esa misma tarde. Grandes multitudes, que incluían a niños muy pequeños para caminar, se congregaban en el Monte de los Olivos, donde cantaban himnos y antífonas y escuchaban lecturas, para volver luego en procesión a Jerusalén, acompañando al obispo y llevando palmas y ramas de olivo delante de él.

Se mencionan ritos especiales, además del oficio diario, para cada uno de esos días. El jueves ya entrada la tarde se celebraba la liturgia; todos comulgaban. Enseguida la gente se dirigía al Monte de los Olivos a conmemorar con lecturas e himnos apropiados la agonía y el prendimiento de Cristo en el huerto.

Volvían a la ciudad al clarear la mañana del viernes. Este día también había ritos, entre los que destaca, antes del mediodía, la veneración de las reliquias de la verdadera Cruz y del letrero que había sido clavado en ella. Pasada esa hora, se realizaba otra ceremonia, que duraba tres horas, en la que se conmemoraba la Pasión de Cristo y en la que, según narra Egeria, los llantos y lamentos de la gente superaban cualquier descripción. Si bien deben haber estado cansados, los más jóvenes de entre los fieles y el clero guardaban vigilia esa noche.

El sábado, además de los ritos ordinarios celebrados durante el día, se celebraba en la noche la gran vigilia pascual, en la que se tenía el bautismo de niños y catecúmenos. Pero esto, como sugiere Egeria, ya era algo conocido en Occidente. La descripción que acabamos de resumir pertenece probablemente al año 388 y tiene un altísimo valor en cuanto procede de una peregrina, testigo que había indudablemente participado en los ritos y los había observado atentamente.

sábado, 28 de marzo de 2015

Tumba de Santa Teresa en Alba de Tormes


Tal día como hoy, hace quinientos años, nació en Ávila Teresa de Cepeda y Ahumada, santa Teresa de Jesús. Concluyó su peregrinación por este mundo en Alba de Tormes, donde se veneran sus reliquias, y cuya iglesia y convento vamos a visitar.


En 1571 Teresa de Jesús realizaba su última fundación en Alba de Tormes. La Iglesia del convento, construida por Rodrigo Gin de Hontañón, iba destinada a ser un sencillo templo rectangular. En 1582 Santa Teresa volvía a Alba de Tormes para asistir al nacimiento del Duque de Alba, pero al poco tiempo caía enferma y fallecía en su celda. Con la beatificación y canonización de Santa Teresa de Jesús se realizaron ampliaciones del Templo, a cargo del arquitecto Fray Juan de san José, en las que se añadió, la cúpula, el retablo y las capillas.


En este templo podremos visitar tanto la Iglesia como el Museo de su sepulcro. Nada más entrar desde un lateral nos encontraremos enfrente con la celda en la que Santa Teresa falleció convertida en el Barroco en Capilla, cerca encontraremos dos reliquias de Santa Teresa, su brazo y su corazón.

Si avanzamos hasta su cúpula con linterna podremos apreciar, mirando hacia arriba, unas pinturas hexagonales de Francisco Rizzi que representan diferentes motivos teresianos. En el altar mayor encontraremos el retablo-sepulcro, donde el sepulcro de la Santa se encuentra acompañado de diferentes pinturas como la Adoración de los Magos o el Profeta Elías vestido de carmelita. En la parte superior se encuentra una Talla que representa a Santa Teresa de Jesús.


Al otro lado encontraremos dos cámaras, construidas durante la ampliación del s. XVII para que las monjas custodiaran y veneraran las reliquias y el sepulcro de Santa Teresa, hoy son un museo donde se expone el patrimonio artístico del Convento.


viernes, 27 de marzo de 2015

San Juan Pablo II en Ávila

Palabras del santo Papa Juan Pablo II durante su visita apostólica a Ávila en 1982, con motivo del cuarto centenario de la muerte de santa Teresa de Jesús.

jueves, 26 de marzo de 2015

Convento de san José de Medina del Campo

Seguimos las huellas de santa Teresa, en estos días previos al quinto centenario de su nacimiento (28 de marzo de 1515). Hoy viajamos hasta la villa de Medina del Campo, la ciudad donde tenían lugar los grandes mercados de Castilla, donde santa Teresa fundó su segundo convento de la naciente reforma descalza, y donde tuvo lugar el trascendental encuentro con san Juan de la Cruz.

miércoles, 25 de marzo de 2015

Convento de la Encarnación de Ávila


Bajo el patrocinio del misterio de la Encarnación se fundaron diversos Monasterios y Conventos, uno de los cuales ostenta un especial relieve en el contexto del quinto Centenario del nacimiento de Santa Teresa.


El Monasterio de la Encarnación se funda en 1478 en el interior de la ciudad amurallada, siendo a principios del siglo XVI cuando el convento carmelita se traslada a las afueras de la ciudad, construyéndose el monasterio sobre unos terrenos adquiridos al Cabildo y que, anteriormente, había sido el cementerio judío.

Locutorio de la Levitación

El 4 de abril de 1515, día en que la Santa fue bautizada, se inaugura, aún sin concluir, el monasterio, configurado con cuatro naves que cierran un patio central, con claustro de dos plantas. A finales del siglo XVI, la celda que ocupó Teresa de Jesús se destina a oratorio, ideándose construir una capilla, la cual no quedará inaugurada hasta 1717. La configuración actual de la capilla de la Transverberación es a base de cuatro arcos torales y cúpula de media naranja.

Celda de Santa Teresa

En el XVIII se transformó el interior de la primitiva iglesia dentro de una estética barroca. La planta es de cruz latina, con una sola nave cubierta con bóveda de cañón y cúpula con pechinas y linterna. Altares y retablos pertenecen también al gusto barroco. En la fachada meridional del monasterio destaca la gran espadaña, obra de 1715.

Capilla de la Transverberación

Este Monasterio es uno de los lugares esenciales de la vida de Teresa de Ávila, donde permaneció casi ininterrumpidamente desde 1535 hasta 1574. Cuando Teresa de Cepeda, sin permiso paterno, ingresa en la Orden del Carmen, el monasterio era uno de los más poblados de la ciudad. Contaba con un número muy elevado de bienes, y al igual que en otros muchos, la vida de convento no era rigurosa, existiendo diferencias sociales muy acusadas entre las monjas. En La Encarnación recibe los consejos de san Francisco de Borja, de san Juan de la Cruz y de san Pedro de Alcántara, y desde aquí se preparará la Reforma del Carmelo.

San Juan Pablo II en La Encarnación

lunes, 23 de marzo de 2015

Santo Toribio de Mogrovejo

Martirologio Romano.- Santo Toribio de Mogrovejo, obispo de Lima, que siendo laico,  de origen español y licenciado en leyes, fue elegido para esta sede y se dirigió a América donde, inflamado en celo apostólico, visitó a pie varias veces la extensa diócesis, proveyó a la grey a él encomendada, fustigó en sínodos los abusos y los escándalos en el clero, defendió con valentía la Iglesia, catequizó y convirtió a los pueblos nativos, hasta que finalmente en Saña, del Perú, descansó en el Señor (1606).

Catedral de Lima

Toribio Alfonso de Mogrovejo y Robledo (Mayorga, 1538- Zaña, Perú, pertenecía a la nobleza española. A los doce años, fue enviado por sus padres a estudiar a Valladolid, donde fue admirado de todos por su comportamiento ejemplar, sus virtudes y sus dotes intelectuales. Después de algunos años, deseando estudiar Derecho civil y eclesiástico, se trasladó a la Universidad de Salamanca. Toribio resolvió ser profesor de leyes en la Universidad de Salamanca, donde su erudición y virtud le llevaron a ser designado como Gran Inquisidor de España. Felipe II propuso al Papa Gregorio XIII su nombramiento como Arzobispo de Lima. En marzo de 1579, recibió el nombramiento. Como ni siquiera era sacerdote, habiendo recibido dispensa papal para la recepción de las diversas órdenes menores, fue ordenado en Granada y poco después, recibió la consagración episcopal en Sevilla. Finalmente, en septiembre de 1580 embarcó con destino a su sede episcopal, donde llegó en mayo del año siguiente.

Al llegar a Lima, tomó posesión de su sede y se dedicó a lograr el progreso espiritual de sus fieles. La ciudad había quedado sin Arzobispo durante seis años. Toribio de Mogrovejo se destacó por su fuerza de trabajo. Desde muy de madrugada ya estaba levantado y repetía frecuentemente: Nuestro gran tesoro es el momento presente. Tenemos que aprovecharlo para ganarnos con él la vida eterna. El Señor Dios nos tomará estricta cuenta del modo como hemos empleado nuestro tiempo. Su generosidad lo llevaba a repartir a los pobres todo lo que poseía. Un día al regalarle sus camisas a un necesitado le recomendó: Váyase rápido, no sea que llegue mi hermana y no permita que Ud. se lleve la ropa que tengo para cambiarme.


En una ocasión, cuando se desató una terrible peste en la ciudad que causó innumerables muertos y enfermos, muchos de ellos pobres que abarrotaban los hospitales, le mandó decir a su cuñado que gastase todo su dinero en socorrerlos y que si faltaba, que pidiese prestado que luego él lo devolvería. En otra ocasión, un altercado gravísimo entre dos nobles limeños terminó con la condena a muerte de uno de ellos. Sólo el perdón del otro, que los ruegos de medio Lima no consiguieron, podía salvar de la ejecución al condenado. Ya a punto de realizarse el ajusticiamiento, el arzobispo de Lima fue a buscar al ofendido, se arrodilló a sus pies y suplicó por su perdón como si fuera para él mismo. Obtuvo el perdón.

A los sesenta y ocho años, Toribio de Mogrovejo cayó enfermo en la población de Pacasmayo, al norte de Lima, pero aun así continuó trabajando hasta el final, llegando a la ciudad de Zaña en condición agonizante. Murió el Jueves Santo el 23 de marzo de 1606, en el Convento de San Agustín. Sus restos son venerados en su capilla de la Basílica Catedral.

domingo, 22 de marzo de 2015

El Calvario en Rey de Reyes (1927)

El Monte Calvario no solo ha sido objeto de representaciones pictóricas sino que, desde el nacimiento del cine, fue el escenario del drama de nuestro Señor Jesucristo. Hemos escogido un fragmento de una de las primeras películas rodadas sobre Jesucristo: Rey de reyes (título original en inglés: The King of Kings), rodada por la Paramount Pictures de 1927, y dirigida por Cecil B. DeMille.

La película narra la vida de Jesús de Nazaret, en concreto las últimas semanas antes de la Crucifixión. La película es muda y está filmada en blanco y negro, menos las últimas secuencias que se rodaron en Technicolor. Se estructura a base de textos extraídos de los Evangelios que aparecen en la pantalla antes de cada escena y que permiten al espectador seguir la historia. La película destaca por ser la primera gran obra del cine a la figura de Jesús y por el cuidado especial de la imagen, muy poderosa en una obra que, pudiendo haber sido rodada con sonido (ya existía el cine sonoro), DeMille prefirió seguir la estética del cine mudo.

sábado, 21 de marzo de 2015

Historia de Montecasino


San Benito vivió los últimos años de su vida en el cenobio que fundó en Montecasino. Por eso, vamos a conocer la historia de este lugar que, como ocurría a menudo con las primeras instituciones cristianas, fue emplazado en una antigua construcción pagana, un templo de Apolo que coronaba la colina, rodeada por un muro fortificado por encima de la pequeña ciudad de Cassino, aún en gran parte pagana por aquel entonces, y que había sido asolada hacía poco por los godos. San Benito resolvió a dedicar el lugar a Juan el Bautista, y una vez que se estableció allí, jamás lo abandonó. Allí escribió la Regla y allí murió.


Montecassino se convirtió en un modelo para futuros desarrollos. Desafortunadamente, por su ubicación protegida ha sido siempre un importante lugar estratégico. Fue saqueada o destruida varias veces. En el año 584 los lombardos saquearon la abadía y los monjes supervivientes huyeron a Roma, donde permanecieron durante más de un siglo. Durante este tiempo el cuerpo de San Benito fue trasladado a Fleury, el actual Saint-Benoit-sur-Loire cercano a Orleans, Francia. Un periodo floreciente de Montecassino siguió a su restablecimiento en el año 718, cuando entre los monjes estuvieron Carloman, hijo de Carlos Martel; Ratgiso, antecesor del gran duque lombardo y rey Astolfo; y Pablo el Diácono, el historiador de los lombardos.

En 744, una donación de Gisulfo II de Benevento creó la Terra Sancti Benedicti (la tierra del Santo Benito), las tierras seculares de juriscción de la abadía, las cuales estaban sujetas al abad y a nadie más salvo el Papa. De este modo, el monasterio se convirtió en la capital de un Estado que comprendía una región compacta y estratégica entre el lombardo principado de Benevento y las ciudades-estado griegas de la costa, los ducados de Nápoles, Gaeta y Amalfi, todos ellos aparecidos como provincias (temas) de origen bizantino. En el año 883 los sarracenos saquearon e incendiaron la abadía. Entre los grandes historiadores que trabajaron en el monasterio, en este período, están Erchemperto, autor de la Historia Langobardorum Beneventanorum, la cual es una crónica fundamental del Mezzogiorno del siglo noveno.


Fue reconstruida y alcanzó la cumbre de su fama en el siglo XI bajo el abad Desiderio (abad desde 1058 hasta 1087), quien después se convertiría en el papa Víctor III. El número de monjes ascendió hasta alrededor de 200, y la biblioteca, los manuscritos producidos en el scriptorium y la escuela de ilustradores de manuscritos se hicieron famosos en todo Occidente. La escritura única del Benevento floreció aquí durante el mandato del abad Desiderius. Los edificios del monasterio fueron reconstruidos en una escala de gran magnificencia, trayendo artistas desde Amalfi, Lombardía e incluso desde Constantinopla, para supervisar las variadas obras. La iglesia de la abadía, reconstruida y decorada con sumo esplendor, fue consagrada en el año 1071 por el papa Alejandro II. Existe un relato de la abadía en estas fechas en la Chronica monasterii Cassinensis, por Leo de Ostia y Amatus de Montecassino, que nos da la mejor fuente de los primeros normandos en el sur.

El más célebre alumno en el Monasterio fue Santo Tomás de Aquino, Doctor de la Iglesia y autor de la Summa Theologica, que es la obra cumbre de la teología medieval y ha constituido un referente para la teología católica posterior.


Un terremoto dañó la abadía en el año 1349, y aunque el lugar fue reconstruido, este hecho marcó el comienzo de un largo período de deterioro. En 1321, el papa Juan XXII hizo de la iglesia de Montecassino una catedral, y la independencia del monasterio de las intervenciones episcopales, cuidadosamente mantenida, llegó a su final. En el año 1505 el monasterio pasó a formar parte de la congregación italiana de Santa Justina de Padua.

El lugar fue saqueado por las tropas de Napoleón en 1799, y desde la disolución de los monasterios italianos en el año 1866, Montecassino se convirtió en un Monumento Nacional. Se produjo una destrucción final el 15 de febrero de 1944 cuando, durante las cuatro batallas de Montecassino (desde enero hasta mayo de 1944), el edificio entero fue pulverizado en una serie de asaltos aéreos del ejército aliado. La abadía fue reconstruida después de la guerra, financiada por el Estado italiano. El papa Pablo VI volvió a consagrarla en 1964.


viernes, 20 de marzo de 2015

Convento de Santa Clara de Astudillo


 Hemos contemplado hoy en las Imágenes Sagradas la Cruz de las Claras de Astudillo, que se expone en el Museo de los Claustros de Nueva York. Dicha Cruz, que es del siglo XII, debió pertenecer a un templo anterior a la fundación del Convento de Santa Clara de Astudillo, que de hecho procede de mediados del siglo XIV y fue fundado por María de Padilla, privada del rey Pedro I.


De esta época puede contemplarse la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles (sencillo templo de estilo gótico-mudéjar en el que destaca su artesonado y el retablo mayor renacentista con pinturas atribuidas a Juan de Villoldo), alguna de las estancias del monasterio (distribuidas en torno a un patio porticado de estilo castellano y de las que aún se conservan bellas portadas con yeserías mudéjares) y el palacio de Pedro I (con elegante fachada de formas islámicas y salas adornadas con alfarjes y yeserías).


El monasterio protegía sus dependencias y su barrio de La Puebla (donde habitaban treinta vecinos sobre los que ejercía el señorío la abadesa) con una cerca que se adosaba a las murallas de la villa. En ella se abrió la desaparecida Puerta de Santa Clara, protegida por un torreón almenado que aún puede contemplarse junto al palacio de Pedro I.


En la segunda mitad del siglo XV, la familia Tovar-Enríquez, señores de Astudillo, patrocina la construcción de un claustro junto a la iglesia del monasterio. Este espacio ha sido reconstruido recientemente pero en él aún pueden contemplarse restos del primitivo artesonado y las yeserías que adornaban la sala capitular. También a fines del siglo XV el panteón de María de Padilla (situado en el coro de la iglesia conventual) se adornará con yeserías de estilo gótico-mudéjar.


Fuente: http://turismoastudillo.blogspot.de/p/convento-de-santa-clara.html 

miércoles, 18 de marzo de 2015

La Seo del Salvador de Zaragoza

Martirologio Romano.- En Zaragoza, en la Hispania Tarraconense, san Braulio, obispo, que siendo amigo íntimo de san Isidoro, colaboró con él para restaurar la disciplina eclesiástica en toda Hispania, siendo su semejante en elocuencia y ciencia (651).

Viajamos hasta la ciudad romano-cristiana de Cesar Augusta, es decir, Zaragoza, en la que se desarrolló la vida de san Braulio. La dominación musulmana borró los antiguos espacios sagrados cristianos, pero fueron reedificados después de la Reconquista. Por eso, vamos a conocer a través de un interesante documental de la Canal de Televisión de Zaragoza la Catedral de Zaragoza, la Seo del Salvador (pues la sede del Obispo se encuentra en este templo, y no en la Basílica del Pilar).

martes, 17 de marzo de 2015

El Paralítico de la Piscina de Betesda

El año 2003 se produjo en Canadá la película "El Evangelio según san Juan". El personaje de Cristo está representado por Henry Ian Cusick, quien expresa “una franqueza y la vitalidad que habla a una audiencia actual”. Según las primeras críticas, la interpretación de Saville es profunda y fiel al texto, dramatizando la profundidad y la urgencia de las palabras de San Juan, quien en su evangelio se lanza rápidamente a la vida adulta de Jesús. Asimismo, la producción ha logrado una realista representación de los templos, ciudades y laderas, con setenta y cinco actores principales y más de dos mil extras. Un grupo de expertos estuvo a cargo del diseño de los trajes y de los detalles arquitectónicos.

De esta película, vemos hoy una dramatización traducida al español de la escena de la Curación del Paralítico de Betesda.

lunes, 16 de marzo de 2015

Catedral de san Ildefonso en Mérida (Yucatán)



La Catedral de Yucatán, en la ciudad de Mérida, dedicada a San Ildefonso, es la sede de la archidiócesis de Yucatán y la primera catedral levantada en la América continental y también la más antigua de México. Sólo la Catedral de Santo Domingo, en toda la América, es más antigua que la de Yucatán. El templo fue levantado entre 1562 y 1599, luego de la autorización del Papa Pío IV y de la petición del rey Felipe II, se erigió en catedral a la iglesia de la capital del Yucatán. Los trabajos de la construcción del recinto fueron encargados a Pedro de Aleustia, y completados por Juan Miguel de Agüero.

Durante el siglo XIX, algunos de los tesoros y obras de arte fueron robadas debido a los saqueos e inestabilidad política que padeció la ciudad en este periodo. En 1915, por órdenes del General Salvador Alvarado, la Catedral fue saqueada, perdiendo su invaluable acervo de arte sacro, incluyendo retablos barrocos y churriguerescos que databan de los siglos XVII y XVIII, el Tesoro Catedralicio y el órgano Walcker, de fábrica alemana, apenas construido en 1902. En 1916 fueron demolidas la Capilla de San José y la Capilla del Rosario a fin de separar la catedral de la sede del Palacio Episcopal (actual Museo de Arte Contemporáneo) quedando lo que actualmente es, un andador peatonal denominado "Pasaje de la Revolución" el cual contó con arcos en ambos extremos y un techo de armazón metálico y cristal el cual fueron posteriormente retirado al deteriorarse. Los arcos fueron demolidos y muchos años después, en 2011, se restauraron volviéndolos a su forma original.


De gran sobriedad, su fachada es de estilo renacentista. Destaca la Puerta del Perdón, con arco de medio punto, enmarcada por columnas pares a los lados, en medio de las columnas, se encuentran dos imágenes, de San Pedro y San Pablo. Arriba del arco de acceso principal se ubica una cornisa con frontón triangular. Encima de lo anterior, se ubica la ventana que corresponde a lo que hoy es el coro y, más arriba, se encuentra el escudo de piedra de la monarquía española. Todo lo anterior se ve enmarcado por dos enormes columnas de orden toscano, las cuales sostienen un enorme arco a la manera de frontón.

En 1993, san Juan Pablo II oró en la Catedral de San Ildefonso


El interior está dispuesto en forma de cruz latina. Las bóvedas de la nave central están constituidas por casetones, mientras que las laterales, son de lacería gótica.

En el altar mayor se encuentra una gran imagen del Cristo Crucificado, conocido como el "Cristo de la Unidad" considerada la imagen de cristo crucificado de madera más grande bajo techo que existe, obra del artista español Lapayese del Río y fue elaborada para sustituir el retablo que existía, el cual fue destruido en los movimientos de 1915.

Es muy venerado, en esta catedral, la ímagen del Cristo conocida como "El Cristo de las Ampollas". Otra de las imágenes destacadas es la de "Santa Eulalia" regalo de la Mérida española a la Mérida yucateca a mediados de los años 60.

domingo, 15 de marzo de 2015

San Sisebuto y san Pedro de Cardeña


Nos recuerda hoy el Martirologio Romano la santidad del santo abad benedictino Sisebuto, No consta su patria ni el año de su nacimiento ni el de su ingreso en la vida monástica. Aparece en la histona como abad del monasterio de San Pedro de Cardeña en el que había profesado como monje, pero sin que se sepa tampoco la fecha exacta en que comenzó a ejercer la dignidad abacial, pero se suele dar la del año 1056. Entre ese año y 1086 aparece como tal abad en numerosos documentos del monasterio.

Participó en la fundación del monasterio de Santa María la Mayor de Valladolid, donde puso monjes bajo su misma regla de San Benito. Alcanzó gran esplendor bajo su mandato el monasterio, que se vio favorecido por los reyes, la nobleza y el pueblo.

Claustro de los Mártires

Se identifica a Sisebuto con el abad Sancho que acoge al Cid Campeador y toma la tutela de la mujer e hijas del gran guerrero durante su destierro. Fue amigo de otros santos abades de su tiempo: Santo Domingo de Silos, San Íñigo de Oña, y San García de Arlanza. Munó el año 1086. En 1835, cuando la exclaustración decretada por el gobierno de la regente María Cristina, las reliquias del santo fueron llevadas a la catedral de Burgos.


El monasterio de San Pedro de Cardeña se habrá fundado antes de 902 cuando el conde de Lantarón y de Cerezo, Gonzalo Téllez y su esposa Flámula realizaron la primera donación documentada al cenobio el 24 de septiembre de ese año de una serna en Pedernales y unas eras de sal.


En los siglos IX o X sus monjes fueron martirizados por los musulmanes, canonizados en 1603 y conocidos como los «Mártires de Cardeña». El monasterio goza de gran popularidad con gran afluencia de devotos, entre los que se encuentran el rey Felipe III de España y su esposa la reina Doña Margarita de Austria. Una de sus preciadas reliquias, la cabeza de su abad San Esteban, fue trasladada al Monasterio de Celanova; también se encuentran dos urnas en el Monasterio de la Huelgas y otra en la Catedral de Burgos.

Sepulcro del Cid y doña Jimena

Cada año, el 6 de agosto, aniversario del martirio, la tierra del claustro donde fueron sepultados los mártires, se teñía de un color rojizo que parecía sangre. El milagroso prodigio, ampliamente testificado, se repite hasta finales del siglo XIV. El año 1674 ya una vez levantado el nuevo claustro de estilo herreriano se reprodujo el hecho, personándose el arzobispo Enrique de Peralta, que vivamente impresionado encargó un estudio, interviniendo médicos y teólogos. Recogió el líquido, coaguló al ser puesto en agua hirviendo.

El Monasterio fue repoblado en 1942, después de la Exclaustración, por monjes trapenses de la Abadía de Nuestra Señora de los Mártires. El 1 de febrero de 1967 un violento incendio destruyó las tres cuartas partes del monasterio.

sábado, 14 de marzo de 2015

Trascoro de la Catedral de Palencia


Hemos contemplado en las Imágenes Sagradas el Políptico de los Siete Dolores de la Virgen, que preside el altar del Trascoro de la Catedral de Palencia. Situado a los pies del templo, el trascoro se levanta sobre cinco escaleras y es una excelente obra del Renacimiento español, de carácter tardogótico y plateresco, constituyendo una de las obras maestras de la catedral. Fue financiado por el obispo Fonseca y se sabe que en él trabajó Juan de Ruesga hacia el año 1513.


Cuajado de doseletes, encajes de piedra y hornacinas con figuras de santos, el trascoro se organiza a modo de suntuoso retablo pétreo, destacando en él los relieves del Martirio de san Ignacio de Antioquía y la Lactación san Bernardo, añadidos posteriormente y ambos obra del escultor barroco Francisco del Rincón. Remata el conjunto el escudo de los Reyes Católicos, una crestería de piedra y la estatua de san Antolín; dos puertas, talladas en madera con minuciosos relieves, permiten el acceso al coro catedralicio.


En el centro del trascoro se halla el políptico de los Siete Dolores de la Virgen, obra del maestro flamenco Jan Joest, quien retrata al comitente, Juan Rodríguez de Fonseca, en la tabla central junto a la Virgen y san Juan, con fondo de un delicado paisaje. Las demás tablas muestran escenas de los Siete dolores de María, de quien el obispo Fonseca era gran devoto, con un refinado realismo y excelente sentido del color.


Enfrente del trascoro, se encuentra la escalera que da acceso a la cripta de san Antolín, y, cercano a la misma, el excelente púlpito, de madera sin policromar, obra de algunos de los más destacados discípulos de Alonso Berruguete, señalándose la intervención de Juan de Cambray y Francisco Giralte. Los relieves que lo decoran presentan fuertes concomitancias con los de Berruguete en la sillería de la catedral de Toledo.

viernes, 13 de marzo de 2015

El Cristo de Medinaceli


La imagen del Cristo es de la primera mitad del siglo XVII, con 1,73 metros de altura. Fue tallada en Sevilla. Es dudosa la autoría de la imagen y, mientras que unos se la atribuyen a Luis de la Peña, los más se la adscriben a Francisco de Ocampo. La imagen se realizó por encargo de la comunidad de los Padres Capuchinos de Sevilla, quienes la llevaron a la colonia española de Mámora en el norte de África, llamada por los españoles San Miguel de Ultramar. El día 30 de abril de 1681, Mámora cayó en manos de Musley Ismael y su ejército y la imagen del Nazareno fue también capturada y llevada a Mequínez. La historia atestigua por orden expresa del Rey Muley, la imagen fue arrastrada por las calles de Mequinez en señal de odio contra la religión cristiana y hasta algunos aseguran que, como si se tratara de carne humana, fue arrojada a los mismos leones... Fue vista por el Padre de la Orden de la Santísima Trinidad, Fray Pedro de los Ángeles, quien, arriesgando su vida y presentándose ante el mismo rey, solicitó el rescate de la imagen como si se tratara de un ser vivo. Se dice que el rey le permitió al padre trinitario custodiar la imagen, hasta que reuniera el dinero para su rescate, amenazándole que, de no hacerlo así, lo quemaría a él y a la imagen. El Padre General de la Orden mandó a los Padres Miguel de Jesús, Juan de la Visitación y Martín de la Resurrección que se encargaran de servir de mediadores en la solución del problema y estos lograron convencer al rey Muley de que tasara el rescate de la imagen pagando su peso en oro. La leyenda asegura que la balanza se equilibró exactamente cuando se acumularon treinta monedas. Una y otra vez efectuada esta operación, el resultado fue siempre idéntico, con lo que el recuerdo del episodio evangélico en el que Cristo mismo apareció valorado en esas 30 monedas resultaba milagroso.Foto del milagro

La primera advocación popular con la que consta que fue invocada la imagen del Cristo fue la de "Jesús del Rescate". Ya el 28 de enero de 1682, día de la constitución de la "Real Esclavitud", hay referencias de una Comunión General «en memoria de haber sido en el que quedó por propia de la Religión y enegenada de los infieles de la Santísima imagen de Jesús».

La imagen, ya rescatada, pasó después a Tetuán, de allí a Ceuta, y por Gibraltar a Sevilla, hasta llegar a Madrid en el verano de 1682, Llega con fama de milagrosa. Ese mismo año se organiza la primera procesión a la que asiste el "todo Madrid", pueblo fiel, nobleza y casa real. Desde entonces todos los años, en la gran romería del primer Viernes de marzo, asiste algún miembro de la familia real a rezar al Nazareno.

La imagen se deposita en el convento de los Padres Trinitarios Descalzos, junto al que en 1689 se le erigió una capilla, donación de los Duques de Medinaceli. A consecuencia del decreto de Desamortización firmado por Mendizábal en 1836, la imagen volvió otra vez a peregrinar por Madrid, en esta ocasión hacia la iglesia de San Sebastián en la que permaneció diez años cuando, gracias a la influencia del Duque de Medinaceli, volvió a la capilla del antiguo convento de Trinitarios, regentado entonces por las Religiosas Concepcionistas de Caballero de Gracia y después por las Agustinas y las Carmelitas de Santa Ana.

Fue en 1890 cuando, al derribarse el convento de los Capuchinos de San Antonio del Prado, sus patronos, los duques de Medinaceli, pensaron instalar definitivamente en su nueva capilla la imagen del Cristo. Esto aconteció el día 8 de julio 1895, interviniendo en la donación la Duquesa Madre de Medinaceli Doña Casilda Salabert y Arteaga.

Durante la Guerra Civil, el día 13 de marzo de 1936 los devotos y vecinos del convento lograron impedir que la imagen fuera destruida por un piquete de revolucionarios. El 17 de julio los frailes ocultaron la imagen en una caja de madera, y envuelta en sábanas, en los sótanos del convento. Alojándose en el mismo el batallón republicano conocido con el sobrenombre de "Margarita Nelken", y para mitigar el frío del invierno madrileño que allí padecían sus tropas, al buscar unas tablas para calentarse se encontraron con la sorpresa de la caja que contenía la sagrada imagen... Al comprobar Juan Manuel Oliva, jefe del batallón, "a las cuatro de la tarde" que se trataba del Cristo de Medinaceli, no sólo por motivos artísticos, sino también religiosos, entregó la imagen a la "Junta del Tesoro", que la trasladó bien pronto a la ciudad de Valencia, concretamente al Colegio del Patriarca. En marzo de 1938 fue transportada a Barcelona y desde allí , el día 3 de febrero de 1939, fue trasladada con todo el Tesoro Artístico a la ciudad suiza de Ginebra, a la que llegó el día 12 de febrero.


Cuando terminó la guerra y fue recuperado el Tesoro, Don Fernando Álvarez de Sotomayor, representante del nuevo Gobierno español, consiguió que la imagen del Cristo saliera de Ginebra el día 10 de mayo de 1939, siendo esperada con toda devoción en Pozuelo de Alarcón, pueblo cercano a Madrid. Allí fue recibida con honores militares y de ella se hizo cargo la Junta de la Real Esclavitud, llevándola a Madrid, momentáneamente al monasterio de la Encarnación. La víspera de la festividad de San Isidro, el día 14 de mayo, todo el pueblo de Madrid se organizó en solemne procesión acompañando la imagen hasta el altar de su templo en el que siguió recibiendo el culto y la veneración de multitud de devotos. Siempre, pero sobre todo los viernes del año, y de forma multitudinaria el primer viernes de marzo, son incontables las personas que acuden a venerar al Cristo de Medinaceli, para lo que han de aguantar largas horas de espera y de incomodidades aún climatológicas, hasta conseguir besarle el pie y formularle las tres peticiones rituales.

jueves, 12 de marzo de 2015

San Pedro de la Nave

La iglesia visigoda de San Pedro de la Nave se encuentra situada en la localidad de El Campillo, término municipal de San Pedro de la Nave-Almendra, en la diócesis de Zamora. El templo se remonta a finales del siglo VII, pues debió construirse entre los años 680 y 711, es decir, en los años previos a la conquista musulmana, por lo que puede tratarse de una de las últimas obras del arte visigodo. Originariamente tuvo su emplazamiento a orillas del río Esla, pero, al construirse el embalse de Ricobayo, hubiera quedado sumergido en sus aguas, por lo que, a iniciativa de Manuel Gómez-Moreno, se decidió su traslado piedra a piedra a la actual ubicación. Esta operación se llevó a cabo entre los años 1930 y 1932 bajo la dirección del arquitecto Alejandro Ferrant Vázquez.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Museo de los claustros: el ábside de Fuentidueña

El Museo de los Claustros de Nueva York es una de las mayores sorpresas que ofrece la metrópoli, por excelencia, del nuevo mundo. Atesora varios edificios medievales, procedentes de Europa, que han sido allí instalados, recreando la cultura cristiana medieval. El reportaje se centra en la iglesia de Fuentidueña, y explica el proceso de su traslado.

martes, 10 de marzo de 2015

La catedral de Puebla

Cruzamos hoy el Océano para visitar una de las Catedrales más imponentes de todo el orbe católico: la de la diócesis de Puebla, en Méjico. En ella jugó un papel importante el beato obispo don Juan de Palafox.

lunes, 9 de marzo de 2015

Retablo mayor de la Catedral de Astorga


Ayer visitamos la Catedral de Astorga, y hoy nos vamos a detener en una de las joyas de su interior: el retablo mayor de la catedral de Astorga, que ocupa el fondo del presbiterio. Las obras de ejecución duraron desde 1558 (año en que se firmó el contrato) a 1584. Está todo él construido en madera policromada siguiendo las trazas arquitectónicas del escultor Gaspar Becerra. Las esculturas se deben a este mismo artista y a sus colaboradores, escultores muy estimados que trabajaban en el taller de Becerra a quien consideraban su maestro y de quien aprendían a ejecutar las nuevas tendencias manieristas-romanistas. La policromía final es obra de Gaspar de Hoyos y Gaspar de Palencia. Con esta obra, Becerra tuvo la oportunidad de mostrar las novedades artísticas aprendidas y asimiladas en Italia donde había trabajado junto a los escultores de gran talla Giorgio Vasari y Volterra.


La organización del retablo fue una gran novedad introducida por este equipo de artistas. El armazón presentó columnas y frontones clasicistas, planteándose un nuevo sistema arquitectónico que sirvió de ejemplo a los retablos de la segunda mitad del siglo XVI; el empleo de los ignudi y de los fustes de las columnas decorados con temas florales fueron una innovación que llamó mucho la atención y que posteriormente fue frecuentemente copiado.


El retablo está dividido en tres cuerpos o pisos y cinco calles, más cuatro entrecalles. En la calle central están dispuestos los grupos en bulto redondo de la Asunción y de la Coronación de la Virgen. Toda la iconografía está dedicada a la vida de Cristo y de la Virgen, siguiendo un programa narrativo facilitado por el Cabildo de la catedral y teniendo siempre en cuenta los mandatos del Concilio de Trento al respecto. Es una verdadera enseñanza de los pasajes marianos. El Calvario del ático es de grandes proporciones. En el centro de la predela o banco está colocado el sagrario, de buen tamaño según se acostumbra a hacer a partir de las recomendaciones de la Contrarreforma. A ambos lados se encuentran los relieves de las Virtudes.


Este retablo de Astorga tuvo una gran aceptación y una notable difusión, influyendo en gran medida en las obras venideras, especialmente en tierras de Burgos, La Rioja y Navarra donde los seguidores y discípulos de Becerra fueron fieles a las novedades artísticas aplicadas en esta catedral.

domingo, 8 de marzo de 2015

Catedral de Astorga


Hemos contemplado este domingo la representación de la Expulsión de los Mercaderes del Templo que fue esculpida en la fachada occidental de la Catedral de Astorga. Vamos hoy, pues, a conocer más en detalle el templo que albergue la sede de esta antiquísima diócesis hispana. 

El lunes 16 de agosto de 1471 se puso la primera piedra para la construcción de la catedral gótica, tal y como reza en repetidas inscripciones. El edificio fue tomando forma sobre la planta del anterior templo románico, a partir de la cabecera y como una ampliación del mismo. El estilo gótico quedó plasmado en naves, bóvedas y capillas, siendo los posibles autores de la fábrica original Juan de Colonia y su hijo Simón de Colonia.


Las ampliaciones del siglo XVI en estilo renacentista se atribuyen a Rodrigo Gil de Hontañón que por entonces residía y trabajaba en la ciudad. Están documentados como maestros de obras Juan de Alvarado y en fecha posterior Juan de Alvear. Hubo más ampliaciones y renovaciones en los siglos XVII y XVIII; están documentados también los arquitectos Pedro Álvarez de la Torre, Francisco de la Lastra Alvear (muerto en 1683) y Manuel de la Lastra Alvear a quien sucedió Pablo Antonio Ruiz. Los tres últimos tramos hacia los pies fueron ejecutados en el siglo XVII y las torres son del XVII y XVIII, lo mismo que la fachada y portada principal de occidente (siglo XVIII).


El resultado fue un templo de planta basilical con tres naves con sus tres ábsides poligonales que encierran sus respectivos altares y capillas entre contrafuertes, dos de ellas a modo de falso crucero sin señalarse en alzado (1553-1557). Los nervios de sus bóvedas arrancan de columnas clásicas estriadas. Estas bóvedas se componen de terceletes y nervios combados y sus claves están policromadas y se adornan con rostros de reyes y profetas. La bóveda de la capilla mayor está articulada con dieciocho nervios; en su clave puede distinguirse un rico florón policromado, adornado con águilas simétricas y ángeles cantores portando instrumentos musicales. Treinta y dos pilares sin capiteles, esculpidos con baquetones que se prolongan hasta unirse con los nervios de las bóvedas de crucería.

sábado, 7 de marzo de 2015

Santas Perpetua y Felicidad y el Coliseo de Cartago


Celebramos hoy la memoria de las dos grandes mártires de la Iglesia del Norte de África: Perpetua y Felicidad. Su martirio se relata en la Passio Perpetuae et Felicitatis. En el año 202, durante la persecución del emperador Septimio Severo, una joven mujer rica de 22 años, llamada Perpetua, fue arrestada y acusada al parecer por cristianismo. Ante su negativa a adorar a los dioses paganos, fueron condenadas a muerte en el circo. Perpetua pertenecía a una rica e influyente familia cartaginesa que se había iniciado en la religión cristiana por medio de un diácono, llamado Sáturo. Con ella se convirtieron también sus esclavos: Felicidad, Revocato, Saturnino y Segundo.

En el año 202 el emperador Severo ordenó una dura persecución contra los cristianos, y la policía imperial arrestó a todos los creyentes de la familia de Perpetua, incluyéndola a ella. Los jueces intentaron convencer a la familia para que volviesen al paganismo, pero ante su negativa decidieron dejarlos en prisión hasta que se organizasen los Juegos. Usando el derecho a una cena de despedida, todos ellos compartieron la Eucaristía la noche anterior a su martirio. Los tres esclavos fueron arrojados a los leones junto con el diácono, que había logrado convertir al cristianismo a uno de los carceleros; mientras que las mujeres fueron decapitadas.

Ruinas del Coliseo de Cartago

El recuerdo de su martirio (aunque posiblemente éste tuvo lugar en otro Circo hoy desconocido) perdura en el anfiteatro de Cartago, construido a fines del siglo I o inicios del siglo II, al oeste de la colina de Birsa. Una inscripción fechada certifica que funcionaba en 133-139. Fue ampliado en el curso del siglo III. En el siglo XI, Abu Abdullah al-Bakri describió el anfiteatro, al cual calificó como el monumento «más maravilloso de Cartago»:

Este edificio se compone de un círculo de arcos sostenidos por columnas y coronado por otros arcos similares a aquellos del primer nivel. En las paredes de este edificio, se ven representadas imágenes de animales [...] Se distinguen figuras que simbolizan los vientos: el de Oriente tiene una sonrisa, mientras que el de Occidente tiene el ceño fruncido.

Ruinas romanas de Cartago

Por mucho tiempo, la altura de sus arcos fueron objeto de admiración de los visitantes de la Edad Media, como Al-Idrisi, quien impresionado por la «construcción en circo formado de una cincuentena de arcos». Desde entonces, la explotación del monumento por los saqueadores de piedra y metal lo ha nivelado al suelo. Por lo tanto, solo la arena, revelada a fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, subsiste hoy en día en medio de un bocage de pinos, al igual que el muro del perímetro que ha sido restaurado.

En 1887, una cruz fue erigida en su centro en recuerdo de los mártires cristianos Perpetua y Felicidad. Estos dos santos de la Iglesia católica fueron martirizados en otro monumento análogo, pero desconocido en la actualidad, a pesar de una tradición transmitida por mucho tiempo incluso por los historiadores. La construcción de una capilla moderna dedicada a los dos santos alteró las instalaciones del subsuelo del anfiteatro

viernes, 6 de marzo de 2015

Retablo de la Capilla Mayor de la Catedral de Palencia


Hemos contemplado en las Imágenes Sagradas el grandioso Calvario que corona el retablo de la Capilla Mayor de la catedral del Palencia. Vamos, ahora, a visitar con más detalle este retablo, considerado por los críticos como una joya del renacimiento castellano.

Fue encargado por el obispo Diego de Deza para colocarlo en la primitiva capilla mayor del templo que con los años dejó de serlo para convertirse en capilla del Sagrario. El obispo contrató al ensamblador Pedro Guadalupe para que hiciera las trazas, entre 1504 y 1506. El retablo no llegó a instalarse en dicho espacio sino que directamente se acomodó a la nueva capilla mayor ubicada en la nave central. Las obras de terminado y adaptación duraron hasta los primeros años del siglo XVII en que se terminó el Sagrario.


El retablo, tal y como se contempla hoy fue realizado por los siguientes artistas:
  • Entalladores y ensambladores: Pedro de Guadalupe, Pedro Manso y Juan Torres.
  • Escultores: Felipe Vigarny en la mayoría de esculturas. Imagen de la Magdalena de Alejo de Vahía; imagen de San Antolín (central) de Gregorio Fernández. Calvario de Juan de Balmaseda. El sagrario es obra de Pedro Torres y Tomasillo.
  • Pinturas sobre tabla: Diez pinturas de Juan de Flandes y las dos superiores de un discípulo.
  • Doradores: Alonso y Andrés de Espinosa.

El gran retablo tal y como se muestra en la actualidad tiene una altura total (incluyendo el zócalo) de 20,50 m y una anchura de 10,60 m. El ensamblaje, la escultura y la pintura están hechos sobre maderas de pino, nogal y tilo. Fue el primer gran retablo español construido y concebido a la manera lombarda, tallando hornacinas con su pequeña bóveda en forma de venera y con grutescos en las pilastras que separan cada calle. Su estructura es en tríptico, con alas oblicuas, como si su destino hubiera sido una cabecera ochavada. En el conjunto de la obra domina la articulación horizontal. Los diferentes pisos se ven separados por frisos a manera de pequeñas cornisas. En su base hay una predela (o banco) muy alta. El ático es gigantesco; fue añadido para dar más dimensión al retablo de acuerdo con la nueva capilla.


En la calle central, abajo, se halla el tabernáculo con el Sagrario que ocupa bastante altura desde la predela al segundo piso y fue incorporado en el siglo XVII. Por encima está la hornacina con la figura de San Antolín, obra barroca de Gregorio Fernández. Más arriba hay una talla de la Asunción rodeada y custodiada por seis ángeles, cuyo manto está hecho con tela encolada. A ambos lados pero ocupando el último piso se colocaron seis cabezas-bustos femeninos de vírgenes y dos masculinos en pequeñas hornacinas con veneras. San Antolín, la Asunción y el Salvador son los tres patronos de la catedral y los tres tuvieron en el retablo sus representaciones. Falta en la actualidad la del Salvador. Por encima de estas imágenes está la culminación del ático con el tema del calvario, obra de Balmaseda, común a casi todos los retablos y como remate final, un Padre Eterno entre dos ángeles con símbolos de la Pasión.

Al agrandar el retablo con dos calles más para la nueva ubicación se rellenaron con las tablas contratadas a Juan de Flandes. Estas pinturas siguen un programa coherente con el tema de la vida de Jesús desde la Anunciación hasta la cena de Emaús. El conjunto de tablas es de gran valía y calidad dentro de la pintura española de principios del siglo XVI. Algunas tallas de las que entregó Juan de Flandes no llegaron a ser colocadas o se suprimieron después, como la del tema de la Crucifixión, de formato apaisado que estaba en el centro del primer piso, formando tríptico con la de su derecha e izquierda. Entre las no colocadas nunca están el Descendimiento y una Piedad. Entregó también un Cristo en Majestad rodeado de Evangelistas que iba destinado a la hornacina alta de la calle central. Se colocó en el exterior del coro. En la tabla apaisada del primer piso (escena del Sepulcro) el autor Juan de Flandes se autorretrata en la figura de un hombre vestido de negro en el centro de la escena, bajo una ventana.


El imaginero Alejo de Vahía había entregado por encargo dos esculturas; la de San Juan Bautista se rechazó y se envió al convento de Santa Clara y la de María Magdalena se colocó en el retablo.