martes, 28 de abril de 2015

Antioquía de Siria

Pero algunos, naturales de Chipre y de Cirene, al llegar a Antioquía, se pusieron a hablar también a los helenistas, anunciándoles la Buena Noticia del Señor Jesús. Como la mano del Señor estaba con ellos, gran número creyó y se convirtió al Señor. Llegó la noticia a la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a Bernabé a Antioquía; al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró mucho, y exhortó a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño; como era hombre de bien, lleno de Espíritu Santo y de fe, una multitud considerable se adhirió al Señor. Más tarde, salió para Tarso, en busca de Saulo; lo encontró y se lo llevó a Antioquía. Durante un año fueron huéspedes de aquella Iglesia e instruyeron a muchos. Fue en Antioquía donde por primera vez llamaron a los discípulos cristianos.

La primera lectura de la Eucaristía de hoy consigna esta importante noticia acerca de la llegada del cristianismo, después del martirio de Esteban, a la populosa ciudad de Antioquía, donde se llamó por primera vez a los discípulos cristianos.

Es difícil darse cuenta de que en el moderno Antakiah (en 2010, 145,000 habs.), tenemos la otrora famosa Reina de Oriente, que, con una población de más de medio millón, su hermoso sitio, su comercio y cultura y su importante posición militar, era un rival digno de Alejandría, la segunda ciudad del imperio romano. Fundada en el año 300 a.C. por Seleuco I, Antioquía estaba localizada en el Orontes, en el punto de unión del Líbano y las cordilleras de Tauro. Su puerto, distante unas quince millas, fue Seleucia. La renombrada inmoralidad de Antioquía es en gran parte el resultado de la gran mezcla de razas y civilizaciones.


Los judíos habían estado entre los pobladores originales, y, como tales, el fundador les había concedido, como en otras ciudades construidas por él, la igualdad de derechos con los macedonios y los griegos. Fue muy grande la influencia de los judíos antioquenos, que vivían, como en Alejandría, bajo un gobierno propio y que formaban un gran porcentaje de la población. Discípulos desconocidos, dispersados por la persecución en la que Esteban fue condenado a muerte, llevaron el cristianismo a Antioquía.

En Antioquía la nueva fe fue predicada a y aceptada por los griegos con tal éxito que el cristianismo recibió allí su nombre, tal vez originalmente destinado como un apodo por los ingeniosos antioquenos. La nueva comunidad, una vez reconocida por la iglesia madre de Jerusalén, pronto manifestó su vitalidad y su inteligencia de la fe por su acto espontáneo de generosidad hacia los hermanos de Jerusalén. El lugar de aprendizaje del Apóstol de los gentiles, Antioquía, se convirtió en la sede de los grandes misioneros Pablo y Bernabé, primero juntos, más tarde, Pablo solo. Partiendo desde allí en sus viajes apostólicos, regresaban con el informe de su trabajo. Allí surgió la gran disputa sobre la circuncisión, y su acción decidida ocasionó el reconocimiento de la "catolicidad" del cristianismo.

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