lunes, 26 de diciembre de 2016

Reliquias de san Esteban en San Lorenzo Extramuros de Roma


La Basílica de San Lorenzo Extramuros o Casa de Dámaso en Roma acoge la tumba de san Lorenzo, martirizado en 258, así como parte de las reliquias de san Esteban, el primer mártir cristiano. Antes de que fuera construida la basílica actual, se encontraba en el lugar un pequeño oratorio que el emperador Constantino I mandó construir en el supuesto lugar en que fue martirizado san Lorenzo. 


Hacia el año 580, el papa Pelagio II mandó edificar una iglesia en ese lugar en honor al mártir, conmemorando también al protomártir san Esteban, cuyas reliquias se veneran junto a las de san Lorenzo en la confessio, bajo el altar principal. Las excavaciones han revelado criptas de otros enterramientos bajo el nivel de la calle.


El pórtico, hecho hacia el año 1220, tiene decoración cosmatesca hecha por la familia de artesanos Vassaletti. Los frescos del siglo XIII, representan escenas de las vidas de los diáconos san Esteban y san Lorenzo. Existen dos sarcófagos antiguos en el pórtico. Uno, cristiano, es de especial interés; fue reutilizado posiblemente en el siglo VII a partir de un sarcófago más antiguo, con un relieve representando putti recogiendo uvas.


El campanario fue construido en el siglo XII. En la entrada se encuentra la tumba del cardenal Guglielmo Fieschi, muerto en 1256, que fue enterrado en un sarcófago antiguo, decorado con un banquete matrimonial pagano. El coro y el púlpito son de estilo cosmati, como también lo es el espectacular candelero, del siglo XII o XIII.


Hay unas curiosas tallas de una rana y un lagarto en el capitel jónico trasero al púlpito. Sobre el arco de triunfo, mosaicos bizantinos del siglo VI representando a Jesucristo y varios santos. Bajo el altar mayor, se accede desde la nave al lugar donde se encuentran los restos de san Lorenzo y los de san Esteban, traídos desde Constantinopla por el papa Pelagio II durante la restauración de la iglesia. Detrás del altar mayor hay un altar papal con una inscripción que menciona a los artesanos, la familia Cosmati, y lo data a fecha de 1148.

domingo, 25 de diciembre de 2016

Evolución histórica de la Basílica de la Natividad en Belén


De acuerdo con los Evangelios, Jesús nació en un pesebre, en torno a Belén, donde se usaban tradicionalmente grutas como establo. Desde el Siglo II hay constancia escrita acerca de que Jesús nació en una gruta. Tras la expulsión de los judíos de Tierra Santa, en el siglo II, los romanos transforman la gruta donde se creía que había nacido Jesús en un lugar de culto a Tammuz-Adonis, para borrar con ello la memoria del culto de los cristianos. El emperador romano Constantino  manda construir un templo en torno a la gruta.

El edificio original fue construido por el obispo Macario I de Jerusalén, durante el primer Concilio de Nicea el año 325. En el año 529, durante la rebelión de los samaritanos, fue quemado y destruido completamente.


Curiosamente, las tropas persas de Cosroes el año 614, refrenaron su furor al ver, en la fachada del templo, representados a los Magos a usanza nacional persa (gorro frigio) y de este modo, se abstuvie-ron de destruir la Basílica. El 638 el califa Omar vino a orar en el ábside meridional y permitió que entrasen sus secuaces en pequeños grupos, pero desde el siglo IX y X no se respeto ya esta costumbre. En tiempo del califa Hakem (1010) la Basílica se libró de la ruina común por un hecho tan extraordinario, que en las crónicas contemporáneas figura como milagro.

En 1099 los betlemitas invocaron a Buillón, acampado en Emaús, la defensa del Santuario. Enseguida vino Tancredo con 100 soldados, y al día siguiente, por la mañana se izaba su bandera entre las aclamaciones del pueblo.


En 1187 Saladino se apodero de Belén, pero respetó el Santuario, donde en 1192 por la insistencia del obispo de Salisbury, Uberto Walter, fue restablecido el culto latino, bajo el pago del tributo por parte de los fieles.

Después de la caída del reino latino (1291) a los canónigos regulares de San Agustín suceden, el año 1347, los Franciscanos en el oficio de custodios de la Basílica. Los itinerarios mas conocidos de la época y varios firmanes turcos, atestiguan su posesión de la Gruta del Nacimiento además del derecho al uso y a la manutención de la Basílica en los ss. XIV y XV. En efecto, a finales del s. XIV, el P. Gerardo Calveti, Guardián del Monte Sión, recorría Europa para incitar a los príncipes cristianos a proveer a la restauración del venerado santuario.

Bajo el guardián P. Giovanni Tomacelli de Nápoles, en 1479, fue rehecha toda la madera del techo, con otras maderas preparadas en Venecia, y transportadas desde allí en galeras de la Republica a Jafa. Los costes fueron sostenidos por el duque de Borgoña, Felipe el Bueno, y el plomo para el techo fue donado por Eduardo IV de Inglaterra.


Con el siglo XVI entramos en el periodo de la luchas para la posesión del Santuario entre Franciscanos y Griegos, propiedad que pasa de unos a otros según el favor que gozaban ante la Sublime Puerta las naciones en las cuales se apoyaban las dos comunidades.

Durante la guerra entre el Imperio Otomano y la Republica de Venecia (1645-1669), acabada con la expulsión de los venecianos de la isla de Creta, los griegos reciben la autorización para rehacer el cobertizo ya estropeado y tornar posesión de la Gruta y de la Basílica.

En 1690 los latinos entraron de nuevo en posesión de la Gruta y en 1717 colocan una nueva estrella de plata, en el puesto de la antigua deteriorada por el tiempo. Este estado de cosas dura hasta 1757 cuando los griegos se apoderan de nuevo de la Basílica y en la Gruta del altar del Nacimiento.

Los mismos griegos, el l2 de octubre de 1847 hicieron desaparecer la estrella que desmentía sus pretendidos derechos, y sólo después de una fuerte protesta, presentada por el embajador de Francia a la Sublime Puerta, en nombre de las naciones latinas, un firman garantizó el "Statu quo" de los Santuarios e impuso que la estrella fuera puesta de nuevo en su sitio en 1853. A pesar de este firman los Franciscanos tuvieron que pagar aún con su sangre la defensa de sus últimas propiedades.


El 25 de abril de 1873 grupos de griegos invadieron la Basílica de la Natividad, hirieron a 8 Franciscanos, saquearon el Pesebre, estropeando los cuadros y los tapices y robando los demás objetos. Desde entonces, por orden de la Sublime Puerta, un soldado hacia guardia junto al Altar del Nacimiento y las paredes fueron recubiertas de tela de amianto, regalada por el Presidente de la Republica Francesa Mac-Mahon (1874), para impedir nuevos intentos de incendio.

En 1917, entrando las tropas aliadas en Palestina, se mantuvo el centinela en la Gruta, se conservo el "Statu quo", pero esto no ha impedido que la sangre franciscana bañara aún las piedras del Pesebre: la última vez sucedió el 5 de enero de 1928. En la actualidad las relaciones entre las tres Comunidades, han mejorado muchísimo y conviven en paz.

sábado, 24 de diciembre de 2016

La Basílica de la Natividad en Belén

Estrella que señala el lugar del nacimiento de Jesús

Después de los evangelios, el testimonio más antiguo del nacimiento de Jesús (hacia la mitad del siglo II) es el del filósofo y mártir Justino, originario de Flavia Neapolis, actual Nablus, en Palestina: "Al momento del nacimiento del niño en Belén, José se detuvo en una gruta próxima al poblado, porque no había donde alojarse en aquel lugar, y, mientras se encontraban allí, María dio a luz a Cristo y lo puso en un pesebre, donde los magos venidos de Arabia lo encontraron". En particular, la mención de la gruta como habitación de fortuna, viene reconocida como un eco de la viva tradición local.

Interior de la Basílica

Atestiguada también en el antiquísimo apócrifo llamado Protoevangelio de Santiago (s. II ), repetida por Orígenes (s. III) y a la base de toda la historia sucesiva del santuario belenense. Esta misma gruta fue circundada por las magníficas construcciones del emperador Constantino y de su madre Elena no mucho después del 325 d. C., como nos lo narra el historiador Eusebio de Cesarea, contemporáneo de los hechos. En el 386, san Jerónimo se estableció cerca de la basílica, con la noble matrona romana Paola y otros seguidores, viviendo una vida monástica, dedicándose al estudio de la Biblia y produciendo su célebre versión latina (Vulgata), que llegó a ser después oficial en la Iglesia de Occidente. Su sepulcro, así como el de sus compañeros y compañeras, fue excavado en las inmediatas cercanías de la gruta misma.


La basílica del s. IV fue sustituida en el s. VI por otra de dimensiones mayores, que es la que hasta hoy se encuentra en pie. En época cruzada (s. XII) las paredes fueron embellecidas con preciosos mosaicos desde los cimientos incrustados de oro y de madreperla, de los cuales permanecen amplios fragmentos con escenas del Nuevo Testamento (en el pasillo, con inscripciones latinas) y la representación simbólica de concilios ecuménicos (en la nave, con inscripciones griegas). Sobre las columnas de la nave, en una fila de medallones, están representados los antepasados de Jesús (con expresiones latinas). Uno de los ángeles adorantes de la pared izquierda tiene al pie una inscripción (en latín y en siríaco) con el nombre del artista, el pintor Basilio. Excavaciones hechas en los años 1934-35 (por el gobierno mandatario inglés) han sacado a la luz considerables avances de los mosaicos del pavimento de la basílica constantiniana, algunos de los cuales son visibles tanto en la nave como en el pasillo de la basílica.

Los franciscanos, que habitan en Belén desde el 1347. Poseen a un lado de la basílica de la Natividad el propio convento y una iglesia ( dedicada a la santa mártir Catalina) que sirve principalmente para las necesidades de la comunidad cristiana católica local de rito latino; desde esta iglesia se desciende a las grutas de San Jerónimo.

Por: P. Eugenio Alliata ofm del SBF - Jerusalén | Fuente: franciscan cyberspot

viernes, 23 de diciembre de 2016

Belén en el Antiguo Testamento


Belén de Judea [como dice el texto griego de Mat. 2:1, erróneamente corregido por san Jerónimo a Belén de Judá, pensando que en su texto original el evangelista se había conformado al uso del Viejo Testamento (Jueces, 17:7, 19:1; I Sam. 17:12)] es mucho más celebrada que su homónima norteña como el lugar de nacimiento de David y, sobre todo, de Nuestro Señor. La ciudad, que hoy cuenta con unos 10,000 habitantes, casi exclusivamente cristianos, está situada ocho kilómetros al sur de Jerusalén a una distancia muy corta de la carretera Jerusalén-Hebrón, a la mitad de un campo hermosísimo, lo que contrasta favorablemente con el barrio de Jerusalén. Se extiende entre Wadi el Hrobbe al norte y Wadi er-Rahib al sur, a una altitud de 716 metros; la tierra de Moab se vislumbra al sureste, detalle que ha de recordarse al leer la hermosa historia de Rut la moabita, cuyo escenario es Belén. Las principales actividades económicas de Belén son la agricultura y la venta de artículos religiosos; la ciudad es también el mercado de los campesinos y beduinos de las cercanías.

De acuerdo con el texto de Gén. 35:16,19; 48:7, a Belén se relacionaba con la historia de los patriarcas. El sepulcro de Raquel, o Qubbet Ràhil (bóveda de Raquel) como se le llama ahora, aproximadamente 1.6 kilómetros al norte de Belén, aún mostrado a los peregrinos y venerado por los cristianos, mahometanos y judíos, aparece nuevamente en I Sam. 10:2 y Mat. 2:16-18; cf. Jer. 31:15. Como muestra el examen de estos pasajes, la tradición presenta algunas ambigüedades, y los críticos ponen en duda la exactitud del comentario (Gén. 35:19) que identifica a Efratá con Belén, asumiendo que se trata del resultado de una confusión entre Belén-Efratá [Rut, 4:11; Miq. 5:2(1)], es decir, nuestra Belén y otra Efratá localizada en el norte, por lo demás desconocida, o se dan por hechas dos diferentes tradiciones con respecto al sepulcro de Raquel. También en Jueces se menciona a Belén como hogar del joven levita hospedado por Micá (17:7s.) y de una joven (19:1s.) cuya muerte causó la expedición contra la tribu de Benjamín. Sin embargo, en el Viejo Testamento está conectada especialmente con el gran Rey David (I Reyes 16:1 y otros pasajes), y su nombre es dado a las tres cisternas (Bi' Da'ud) que se encuentran al noroeste del pueblo, no muy lejos de la tumba de Raquel. Según Bädeker-Bezinger (p. 91), una tradición que no data de más allá de la última parte del siglo quince, ve ahí la cisterna mencionada en II Reyes 23:14f. y I Crónicas 11:16 y siguientes. Más adelante la ciudad fue fortificada por Roboam (II Crón. 11:6), y Esdras 2:21 [cf. Nehem. 7:26] nos informa acerca del regreso de 123 betlemitas desde el cautiverio.

Enciclopedia Católica

martes, 20 de diciembre de 2016

Santo Domingo de Silos


Recordamos hoy la memoria de Domingo Manso, un monje de la lejana Edad Media en el Monasterio de San Millán de la Cogolla, el cual, siendo prior, se negó a obedecer las injustas disposiciones de un rey avaro consentidas por un abad indigno. su negativa le valió el exilio, encaminándose al lugar en el que florecería su santidad y que le daría fama en el tiempo: Santo Domingo de Silos.


La vida monástica en todo el Valle de Tabladillo, especialmente en Silos, comenzó con probabilidad, a la hora de la reconquista castellana, a fines del siglo IX, en forma de granjas monástico-familiares. Pero, desde el siglo X, el monasterio propiamente de San Sebastián de Silos ya entra en la historia documentalmente.


Sin embargo, debido a los estragos de Almanzor, el monasterio silense cae en gran decadencia material y espiritual. En este momento, en 1041, hace presencia, de la mano del rey Fernando I de Castilla, el monje riojano emilianense Domingo. Es nombrado abad de Silos y, en treinta y dos años, con su ímpetu restaurador y con su santidad, levanta a Silos en sus edificios y en su comunidad. Muere el 20 de diciembre de 1073. Es canonizado en 1076, y se convierte en el taumaturgo medieval de la zona y su tumba en centro de peregrinación. Surge el claustro románico extraordinario, y brilla el scriptorium silense con obras como el Beato de Silos, hoy en el Museo Británico.


La Baja Edad Media coincide con una etapa menos brillante de la Abadía castellana. Pero, en 1512, el monasterio silense se adhiere a la Congregación Benedictina de Valladolid y se va formando el monasterio moderno al lado del medieval: muralla perimetral; ala sur para las celdas individuales de los monjes; la capilla de Santo Domingo; la iglesia neoclásico-barroca.


En 1835, en noviembre, obedeciendo el decreto de exclaustración del gobierno de Mendizábal, se dispersa la comunidad y se interrumpe la vida monástico benedictina de Silos a lo largo de cuarenta y cinco años. Afortunadamente, el 18 de diciembre de 1880, un grupo de monjes benedictinos franceses de la Abadía de Ligugé, dirigidos inteligentemente por un monje de la Abadía de Solesmes, Dom Ildefonso Guépin, salvó a Silos de la catástrofe total al elegir las ruinas silenses como su refugio.

Fuente del texto y fotografías:

lunes, 19 de diciembre de 2016

Basílica de Santa María Novella (Florencia)


La Basílica de Santa María Novella es una de las iglesias más importantes de la ciudad italiana de Florencia. En el siglo IX existía un pequeño oratorio dedicado a Santa María de la Viña, y sobre él se levantó, en 1049, la iglesia de Santa María Novella, concedida, en 1221, a doce frailes dominicos, quienes, guiados por Fray Giovanni da Salerno habían llegado a la ciudad provenientes de Bolonia dos años antes. La ampliación de la iglesia comenzó en 1279, y fue proyectada por Fray Sisto de Florencia, Fra Jacopo Pasavanti y Fray Ristoro de Campi. Se terminó a mediados del siglo XIII y fue consagrada por el Papa Eugenio IV en 1420.

La fachada de mármol se encuentra entre las obras más importantes del Renacimiento florentino. Se finalizó en 1480. La primera intervención se realizó en 1350, cuando la zona fue recubierta de mármol blanco y verde gracias al mecenazgo de una tal Torino Del fu Baldese, muerto un año antes. De esa época datan los seis nichos de las dos portadas laterales, de estilo gótico, así como la ornamentación de mármol a recuadros. Los nichos continuaron a lo largo de la pared oriental externa de la iglesia y alrededor del recinto del cementerio. En uno de ellos está enterrado el pintor Domenico Ghirlandaio.


Capilla Tornabuoni
La iglesia presenta una planta de cruz latina, con características típicas de la arquitectura gótica cisterciense, dividida en tres naves. Contiene numerosas obras de arte, destacando el fresco de La Trinidad, obra de Masaccio, obra experimental en el uso de la perspectiva. Es de reseñar así mismo la Capilla Tornabuoni, que contiene los frescos de Domenico Ghirlandaio (entre ellos, su Natividad de María), y la capilla Gondi, que alberga la única obra en madera de Brunelleschi, el famoso Crucifijo. Giorgio Vasari fue el arquitecto que llevó a cabo la reforma entre 1565 y 1571, renovó el recinto del coro y reconstruyó los altares laterales, lo que propició la construcción de la ventana gótica. De nuevo se reformó entre 1858 y 1960 bajo las órdenes de Enrico Romoli. Dentro podemos ver la farmacia más antigua de Europa que data de 1221 y una actividad continuada de más de 4 siglos.


En 1485, cuando Ghirlandaio estaba terminando los frescos de la Iglesia de la Santa Trinidad, Giovanni Tornabuoni le llamó para refrescar la propia capilla mayor de Santa Maria Novella, con escenas de la vida de María y de Giovanni Battista (San Juan Bautista) (homónimo de Giovanni Tornabuoni y patrón de la propia ciudad de Florencia, por lo que fue bien recibido por sus habitantes).

sábado, 17 de diciembre de 2016

Basílica de Cristo, la Divina Sabiduría


Cantamos hoy la primera de las siete antífonas de las Ferias Mayores, dedicada a Cristo, Divina Sabiduría. Esta advocación del Salvador fue la que se veneró y dio nombre a la célebre Basílica Patriarcal de Constantinopla. dicho templo conoció varias faszes constructivas. La primera iglesia se conoció como Μεγάλη Ἐκκλησία (Megálē Ekklēsíā: «Iglesia Grande») debido a que sus dimensiones eran mayores que las de las iglesias contemporáneas de la ciudad. Fue inaugurada el 15 de febrero del 360 —durante el reinado de Constancio II— por el obispo arriano Eudoxio de Antioquía. Se construyó junto a la zona donde se estaba desarrollando el palacio imperial. La cercana Iglesia de Santa Irene —«Santa Paz»— fue terminada antes y sirvió como catedral hasta que se terminó la iglesia de Santa Sofía. Ambas fueron conjuntamente las principales iglesias del Imperio bizantino.


En un escrito de 440, Sócrates de Constantinopla afirmó que la iglesia fue construida por Constancio II, que estaba trabajando en ella en el 346. Una historia posterior al siglo VII o VIII, afirma que el edificio fue construido por Constantino el Grande. Zonaras reconcilió las dos opiniones, afirmando que Constancio reparó el edificio consagrado por Eusebio de Nicomedia después de que este se derrumbara. Dado que Eusebio fue obispo de Constantinopla de 339 a 341 y que la muerte de Constantino ocurrió en 337, parece posible que la primera iglesia fuera erigida por este último. El edificio fue construido como una basílica latina tradicional con columnas, galerías y un techo de madera, y estaba precedida por un atrio. Se afirmaba que era uno de los monumentos más destacados del mundo en esa época.

El Patriarca de Constantinopla, Juan Crisóstomo, entró en conflicto con la emperatriz Elia Eudoxia, esposa del emperador Arcadio, y fue enviado al exilio el 20 de junio de 404. Durante los disturbios que se produjeron tras este hecho, la iglesia fue quemada y derrumbada en gran parte, y en la actualidad no se conserva nada de este primer edificio.

El emperador Teodosio II ordenó la construcción de una segunda iglesia, que inauguró el 10 de octubre de 415. Esta basílica, con techo de madera, fue construida por el arquitecto Rufinus. Sin embargo, durante los disturbios de Niká se desató un incendio que quemó y derrumbó este segundo edificio, entre el 13 y el 14 de enero de 532. Aún sobreviven algunos bloques de mármol de esta segunda iglesia. Entre ellos unos relieves que muestran doce corderos, representando a los doce apóstoles, y que originalmente formaban parte de una monumental puerta de entrada. En la actualidad estos bloques se encuentran en una excavación junto a la entrada del museo.

El 23 de febrero de 532, tan sólo unas semanas después de la destrucción de la segunda basílica, el emperador Justiniano I decidió construir una tercera basílica completamente diferente, más grande y más majestuosa que sus predecesoras. Justiniano eligió al físico Isidoro de Mileto y al matemático Antemio de Tralles como arquitectos, aunque Antemio murió durante el primer año de la empresa. Existe la teoría de que se empleó a Herón de Alejandría para hacer frente a los desafíos que presentaba la construcción de una cúpula expansiva sobre un espacio tan grande.


El historiador bizantino Procopio de Cesarea describió la construcción del templo en su obra Sobre los edificios. Se emplearon más de diez mil personas para la construcción., y el emperador hizo traer material procedente de todo el imperio, como las columnas helenísticas del Templo de Artemisa en Éfeso, grandes piedras de las canteras de pórfido de Egipto, mármol verde de Tesalia, piedra negra de la región del Bósforo y piedra amarilla de Siria. Esta nueva iglesia fue reconocida por los contemporáneos como una gran obra de arquitectura. El emperador, junto con el patriarca Eutiquio, inauguró con mucha pompa la nueva basílica el 27 de diciembre de 537. Los mosaicos dentro de la iglesia se completaron bajo el reinado del emperador Justino II (565-578).

Los terremotos de agosto de 553 y del 14 de diciembre de 557 causaron grietas en la cúpula principal y en la media cúpula oriental. La cúpula principal se derrumbó por completo durante un posterior terremoto el 7 de mayo de 558, que también destruyó el ambón, el altar y el copón. El accidente se debió principalmente al exceso de carga de la cúpula y al enorme empuje horizontal que transmitía a los soportes, al tener un diseño demasiado plano. Esto causó la deformación de los pilares que sostenían la cúpula. El emperador ordenó la restauración inmediata, la cual se encomendó a Isidoro el Joven, sobrino de Isidoro de Mileto, que utilizó materiales más ligeros y elevó la cúpula,10 dando a la construcción su altura interior actual de 55,6 metros. Por otra parte, Isidoro cambió también el tipo de bóveda, erigiendo una cúpula nervada con pechinas, cuyo diámetro se encontraba entre 32,7 y 33,5 metros. Esta reconstrucción, que dio a la iglesia su actual forma característica del siglo VI, se completó en el año 562. El poeta bizantino Pablo Silenciario compuso un poema épico, conocido como Ekphrasis, para la dedicación de la basílica presidida por el Patriarca Eutiquio el 23 de diciembre de 562.

En 726, el emperador León el Isáurico publicó una serie de edictos contra la veneración de imágenes y ordenó al ejército destruir todos los iconos —inaugurando el período de la iconoclasia bizantina—. En ese momento, todas las imágenes y estatuas religiosas se retiraron de la iglesia de Santa Sofía. Después de un breve respiro durante el mandato de la emperatriz Irene (797-802), los iconoclastas reaparecieron. El emperador Teófilo (829-842), fuertemente influenciado por el arte islámico, prohibió las imágenes religiosas e instaló una puerta de bronce de dos hojas con su monograma en la entrada sur de la iglesia.


La basílica volvería a sufrir daños: primero por un gran incendio en el 859, y de nuevo por un terremoto, el 8 de enero de 869, que colapsó media cúpula. El emperador Basilio I ordenó las reparaciones. Un siglo después, el 25 de octubre de 989, un nuevo gran terremoto arruinó la cúpula, y fue el emperador bizantino Basilio II quien encargó su reparación al arquitecto armenio Trdat, creador de las grandes iglesias de Ani y Argina. Sus principales reparaciones afectaron al arco occidental y a una parte de la cúpula. La magnitud de los daños requirió seis años de reparación y reconstrucción, hasta que la iglesia fue reabierta el 13 de mayo de 994.

lunes, 12 de diciembre de 2016

Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe


La primera basílica dedicada a la Vírgen de Guadalupe fue edificada por el arquitecto Pedro de Arrieta, comenzando su construcción en marzo de 1695 El día 1 de mayo de 1709 abrió sus puertas, con un solemne novenario. En 1749 recibió el título de colegiata. Su portada es exenta y simula un biombo, las cuatro torres octagonales de sus esquinas (coronadas con talavera amarilla con cenefa azul, lo mismo que la cúpula del crucero) tienen un significado asociado a la Nueva Jerusalén, la Jerusalén de oro, mencionada en el Apocalipsis (Ap 21, 18).


Principiando el siglo XIX, debido a la construcción del convento de Capuchinas, la Colegiata sufría de graves daños en paredes y bóvedas, por lo cual fue necesario restaurar los daños y con este motivo redecorar el santuario en estilo neoclásico, desapareciendo el barroco. En el santuario, la reforma comenzó hacia el año de 1804, concluyendo hasta 1836. Entre 1810 y 1822 la obra se suspendió debido a la guerra de independencia. El diseño fue hecho por Agustín Paz y ejecutado por el arquitecto neoclasicista Manuel Tolsá.

Entre los años 1887 y 1895, con motivo de la Solemne Coronación Pontificia, el edificio sufrió una gran reforma de conservación, pues la estructura estaba dañada debido al paso del tiempo. Entre las reformas se contempló el desplazamiento de la sillería del coro de canónigos y la colocación del retablo de mármol de Carrara, acompañado de un baldaquino de columnas de granito escocés con esculturas de arcángeles de bronce. Se hizo una ampliación del edificio por la parte norte, readecuando las áreas del cabildo y la sacristía. En los muros fueron colocadas pinturas monumentales representando algún acontecimiento guadalupano, de las cuales cuatro son de grandes dimensiones. Concluida la obra, fue coronada solemnemente la Virgen de Guadalupe en 1895 por el arzobispo Próspero María Alarcón y Sánchez de la Barquera.


En 1904 la colegiata es elevada al rango de basílica. En tiempos de la guerra cristera una bomba estalló en el altar mayor, habiendo llegado oculta dentro de un arreglo floral. Alrededor de las 10:30 de la mañana estalló causando daños a las escalinatas del altar y algunos daños más en los vitrales. Al ayate original no le pasó nada, solamente a un crucifijo, el cual se dobló y del que se dice que evitó que le pasara algo a la imagen de la Virgen, propiciando después que el altar fuera arreglado colocando la imagen un metro más alto. Debido a este suceso, la imagen fue remplazada por una copia fiel y resguardada en la casa de unas personas devotas, y devuelta a su altar hasta 1929.

En ese mismo año al cabildo se le informó que la basílica sufría grandes daños en las bóvedas, y cercanas las fiestas del cuarto centenario de las apariciones de Santa María de Guadalupe a Juan Diego, el templo sufrió una última reforma de ampliación de la nave principal, trasladando el retablo de mármol y el baldaquino hacía atrás, lo que acrecentaría la zona de la feligresía.


La bóveda de la cúpula fue revestida en mosaico veneciano, obra de Bartolomé Galotti, quien diseñó también las pechinas de la cúpula central y las pechinas de las cuatro bóvedas vaídas, en cada una de las cuales, en el mismo material, colocó un profeta del Antiguo Testamento.


Para mediados del siglo XX, el edificio sufría de gran deterioro estructural y hundimiento desproporcionado, a lo que se sumaba el espacio ya insuficiente para albergar las grandes peregrinaciones que acudían a la basílica. Esto obligó a su cierre y la construcción de un templo más grande. Ya terminada gran parte de la obra, el 12 de octubre de 1976 se trasladó el ayate a su nueva sede y se cerró la que fuera casa de Santa María de Guadalupe por 267 años.

viernes, 9 de diciembre de 2016

Santa Leocadia de Toledo

Nos recuerda hoy el Martirologio Romano el martirio de santa Leocadia, en Toledo, insigne por la confesión de Cristo, en el año 303, durante la persecución del emperador Diocleciano. Hacia el siglo IV de nuestra Era, Roma dominaba la península, y había designado como gobernador de las tierras en las que se asentaba la ciudad de Toletum a Publio Daciano. Vino a Hispania con el objetivo claro de perseguir y someter a los cristianos que no querían reconocer como su Dios al emperador. A los pocos días de su llegada el nuevo pretor mandó publicar un duro edicto colocando a los cristianos fuera de la ley y ordenando su persecución y encarcelamiento.

Se iniciaron las persecuciones y fueron muchos los residentes en la Toledo romana que fueron llevados a la cárcel situada en la “Roca Tarpeya”, donde, incomunicados, esperaban la hora de su muerte siendo arrojados por el precipicio que daba fin en el Tajo. Poco a poco la “resistencia” cristiana a aceptar al Emperador y su religión fue decayendo en la ciudad, pero un buen día los espías de Daciano le informaron que una tierna joven, educada en el monasterio de las Hijas de Elías, llamada Leocadia (que significa mujer blanca) insistía en rezar al Dios cristiano y en hacer públicas muestras de su Fe. Capturada la joven y llevada a las mazmorras cercanas al Pretorio, agotaron los torturadores cuantas patrañas idearon para transformar su creencia a los deseos del Emperador. Viendo que esto no era posible, y que la joven no cejaba de invocar y rezar a su Dios, fue azotada cruelmente. Allí fue abandonada casi muerta.


Una noche de un 9 de diciembre entre los años 303 a 306, los centinelas de la cárcel sintieron un ruido sobrenatural y observaron una potente luz que provenía de la celda en la que había quedado abandonada la joven cristiana… Por temor, hasta la mañana siguiente no se acercaron a la mazmorra, donde sólo hallaron el rígido cuerpo de la joven Leocadia.

Dieron cuenta del suceso a Daciano, y éste ordenó que fuera el cadáver arrojado, como era costumbre en otras ciudades, detrás de un templo pagano en ruinas, que estaba situado en la Vega, cerca de la margen derecha del Tajo. Saliendo por la puerta más cercana al Anfiteatro, un carro portaba los restos de la joven mártir y llegando próximos al río, el cuerpo fue abandonado sin recibir sepultura alguna.

Iglesia mudéjar de santa Leocadia

Una vez llegada la noche, un grupo de fieles toledanos, que aún resistían en secreto a su fe cristiana, habiendo visto cómo el cuerpo de la joven era arrojado tras el templo, se aproximaron al paraje para dar sepultura a los restos de Leocadia. Con algunas piedras levantaron un pequeño y disimulado mausoleo en el que durante largos años de dominio romano muchos se acercaban en las tinieblas de la noche a rezar por el alma de la joven virgen Leocadia, guardando en el recuerdo durante generaciones el lugar donde los restos fueron sepultados.


Años más tarde, ya reconocida la fe cristiana como parte del Imperio Romano tras el edicto de Milán dado por el emperador Constantino, se dedicó un templo en el mismo sitio en que fue sepultada, hacia el siglo IV, siendo el primero construido en esta capital, y hecho Basílica durante el período Visigodo bajo el reinado de Sisebuto hacia el 618, lugar en el que se celebraron los famosos Concilios de Toledo y en la que fueron enterrados los arzobispos de Toledo Eladio, Eugenio, Ildefonso y Julián.

Ermita del Cristo de la Vega (antigua de Santa Leocadia

También en el lugar donde Leocadia estuvo encarcelada y donde murió (en la parte baja del lado oriental del Alcázar) se levantó una iglesia que, renovada por Alfonso X, no ha llegado a nuestros días.



jueves, 8 de diciembre de 2016

La fiesta de la Inmaculada Concepción en la tradición Occidental

Virgen de la Majestad - Catedral de Astorga

En la Iglesia Occidental la fiesta apareció (8 de diciembre) cuando en el Oriente su desarrollo se había detenido. El tímido comienzo de la nueva fiesta en algunos monasterios anglosajones en el siglo XI, en parte ahogada por la conquista de los normandos, vino seguido de su recepción en algunos cabildos y diócesis del clero anglo-normando. Pero el intento de introducirla oficialmente provocó contradicción y discusión teórica en relación con su legitimidad y su significado, que continuó por siglos y no se fijó definitivamente antes de 1854. El «Martirologio de Tallaght» compilado hacia el año 790 y el «Feilire» de San Aengo (800) registran la Concepción de María el 3 de mayo. Es dudoso, sin embargo, que una fiesta real correspondiese a esta rúbrica del sabio monje San Aengo. Ciertamente, esta fiesta irlandesa se encuentra sola y fuera de la línea del desarrollo litúrgico; aparece aislada, no como un germen vivo. El escoliasta añade, en el margen inferior del «Feilire», que la concepción (Inceptio) se realizó en febrero, puesto que María nació después del séptimo mes---una noción singular que se encuentra también en algunos autores griegos. El primer conocimiento definido y confiable de la fiesta en Occidente vino desde Inglaterra; se encuentra en el calendario de Old Minster, Winchester (Conceptio Sancta Dei Genitricis Maria), que data desde cerca del 1030, y en otro calendario de New Minster, Winchester, escrito entre 1035 y 1056; un pontifical de Exeter del siglo XI (datada entre 1046 y 1072) contiene una «benedictio in Conceptione S. Mariae»; una bendición similar se encuentra en un pontifical de Canterbury escrito probablemente en la primera mitad del siglo XI, ciertamente antes de la Conquista. Estas bendiciones episcopales muestran que la fiesta no se encomendaba sólo a la devoción de los individuos, sino que era reconocida por la autoridad y observada por los monjes sajones con considerable solemnidad. La evidencia muestra que el establecimiento de la fiesta en Inglaterra se debió a los monjes de Winchester antes de la Conquista (1066).

Desde su llegada a Inglaterra los normandos trataron de un modo despectivo las observancias litúrgicas inglesas; para ellos esta fiesta aparecía específicamente inglesa, un producto de la simplicidad e ignorancia insular. Sin duda alguna, la celebración pública fue abolida en Winchester y Canterbury, pero no murió en el corazón de los individuos, y en la primera oportunidad favorable restauraron la fiesta en los monasterios. Sin embargo, en Canterbury no se restableció antes de 1328. Numerosos documentos expresan que en tiempo de los normandos comenzó en Ramsey, conforme a una visión concedida a Helsin o Aethelsige, abad de Ramsey, al regreso de su viaje a Dinamarca, adonde fue enviado por Guillermo I hacia el año 1070. Un ángel se le apareció durante un fuerte temporal y salvó el barco depués de que el abad prometiese establecer la Fiesta de la Concepción en su monasterio. No obstante considerar el carácter sobrenatural de la leyenda, debemos admitir que el envío de Helsin a Dinamarca es un hecho histórico. El relato de la visión se encuentra en varios breviarios, incluso en el Breviario Romano de 1473. El Concilio de Canterbury (1325) atribuye a San Anselmo, Arzobispo de Canterbury (murió 1109) el restablecimiento de la fiesta en Inglaterra. Pero aunque este gran doctor escribió un tratado especial «De Conceptu virginali et originali peccato», en el que estableció los principios de la Inmaculada Concepción, es cierto que no pudo introducir la fiesta en ningún lugar. La carta que se le atribuye, y que contiene la narración de Helsin, es espuria. El principal propagador de la fiesta después de la Conquista fue Anselmo, el sobrino de San Anselmo. Fue educado en Canterbury, donde pudo haber conocido a algunos monjes sajones que recordaban la solemnidad en tiempos anteriores; después de 1109 y durante algún tiempo fue abad de San Sabas en Roma, donde los Oficios Divinos se celebraban según el calendario griego. Cuando en 1121 fue nombrado Abad en la Abadía de Bury San Edmundo estableció allí la fiesta; en cierto modo, al menos por sus esfuerzos, otros monasterios también la adoptaron, como Reading, San Albans, Worcester, Cloucester y Winchcombe.

Pero otros desvalorizaron su observancia por considerarla absurda y extraña, y que la antigua fiesta oriental era desconocida para ellos. Dos obispos, Roger de Salisbury y Bernard St. David, declararon que la festividad había sido prohibida por un concilio y que se debía detener su observancia. Durante la vacante de la Sede de Londres, cuando Osbert de Clare, Prior de Westminster, intentó introducir la fiesta en Westminster (8 de Diciembre de 1127), un grupo de monjes se levantó contra él en el coro y dijo que la fiesta no debía ser guardada porque no había autorización de Roma (cf. Carta de Osbert a Anselmo en Obispo, p. 24). Entonces el asunto fue llevado ante el Concilio de Londres en 1129. El sínodo decidió a favor de la fiesta, y el Obispo Gilbert de Londres la adoptó en su diócesis. Después de esto la fiesta se extendió en Inglaterra, pero por un tiempo retuvo su carácter privado, por lo cual el sínodo de Oxford (1222) rechazó elevarla al rango de fiesta de precepto.

En Normandía, en tiempos del obispo Rotric (1165-83), la Concepción de María fue fiesta de precepto con igual dignidad que la Anunciación en la Arquidiócesis de Rouen y en sus seis diócesis sufragáneas. Al mismo tiempo, los estudiantes normandos de la Universidad de París la eligieron como fiesta patronal. Debido a la cercana conexión de Normandía con Inglaterra, pudo haber sido importada desde este último país a Normandía, o los varones normandos y el clero pudieron haberla traído a casa de sus guerras en la Baja Italia, donde era universalmente solemnizada por los habitantes griegos. Durante la Edad Media la Fiesta de la Concepción de María fue comúnmente llamada la «Fiesta de la nación normanda», lo cual muestra que en Normandía la celebraban con gran esplendor y que desde allí se extendió a toda la Europa Occidental. Passaglia sostiene que la fiesta se celebraba en España en el siglo VII. El obispo Ullathorne también consideró aceptable esta opinión. Si esto es verdad, es difícil entender por qué desapareció completamente en España más tarde, ya que no aparece ni en en la liturgia mozárabe genuina ni el calendario de Toledo del siglo X editado por Jean Morin. Las dos pruebas que da Passaglia son fútiles: la vida de San Isidoro, falsamente atribuida a San Ildefonso, la cual menciona la fiesta, es interpolada, mientras que la expresión «Conceptio S. Mariae» del Código visigodo se refiere a la Anunciación.